Politica, Estado y Políticas Públicas

Política, Estado y Políticas Públicas

Política y Poder.

El concepto más elemental de la ciencia política es el poder. ¿Qué es el poder? Básicamente, es la posibilidad de influir o determinar la conducta ajena. En toda relación entre los seres humanos que viven en sociedad, aparece alguna circunstancia por la cual unos influyen o determinan la conducta de otros. Toda vinculación social supone alguna circulación de poder, de modo que el entramado social en su conjunto, puede ser visto como una inmensa red de relaciones, que son sociales, pero también son relaciones de poder.

Esa red de relaciones sociales de poder que conforma la sociedad, se organiza a partir de desigualdades y conflictos, de enfrentamientos y de acuerdos, de dominación y de resistencias. La sociedad no es un orden armonioso ni un sistema en equilibrio. Al contrario, es un entramado de vínculos antagónicos y de luchas que constituyen al ser humano.

De entre la variedad de definiciones académicas del poder, preferimos valernos de la conceptualización presentada por Michel Foucault, que sostiene:

“Me parece que por poder hay que comprender, primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen y que son constitutivas de su organización; el juego por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras, de modo que formen cadena o sistema, o , al contrario, los corrimientos, las contradicciones que aíslan a unas de otras; las estrategias, por último, que las tornan efectivas, cuyo dibujo general o cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales … el poder no es una institución y no es una estructura, no es cierta potencia de la que unos estarían dotados: es el nombre que se presta a una situación estratégica compleja en una sociedad data.” (Foucault, 2003: 112)

El punto en el que esta red de relaciones desiguales en conflicto se condensa y cristaliza en instituciones, da lugar a lo que conocemos con el nombre de Estado.

A partir de entonces podemos avanzar hacia una segunda pregunta: ¿qué es la política? Siguiendo el argumento del comienzo, pensamos la política como todo aquello que tiene que ver con el poder. Pero como en toda relación social hay un aspecto de poder ¿en toda relación social hay política? Cuando damos una indicación a nuestros alumnos en el aula, o a nuestros hijos en el hogar, cuando un jefe de oficina encarga una labor a un subordinado ¿eso también es política?

Para evitar las confusiones a las que puede llevarnos esta generalización, diferenciamos dos maneras de concebir la política. En un sentido amplio: política es todo aquello que tiene que ver con el poder. Sería el aspecto de poder que existe en toda relación social. Aquí están comprendidas incluso las relaciones sociales existentes en los vínculos laborales, las relaciones de familia, de amistad, etc. Podemos llamarlo también micro-política: son las tramas “capilares” de poder.

En tanto que en un sentido estricto: política es aquello que tiene que ver con el poder del Estado, es decir, cuando aquellas relaciones de poder se corporizan en instituciones estatales. Sería aquella parte de la red de relaciones de poder, que se encuentra más concentrada, cristalizada y estructurada. Hablaríamos aquí de “Macro-política”.

La ciencia política tradicionalmente estudia la política en sentido estricto. Pero una visión politológica crítica, más ligada al estudio de los procesos sociales de transformación, presta también atención a la política en sentido amplio. La distinción entre macro y micro política, es solo conceptual. En la práctica –como veremos- una y otra están relacionadas. Así como el Estado refuerza los micro-poderes, también las relaciones de poder que traman la vida social extra-estatal dan el sustento sobre el cual las directivas institucionales pueden hacerse efectivas.

Estado.

Llegado a este punto, se nos hace necesario definir qué entendemos por Estado. Vamos a dar dos conceptualizaciones: la tradicional y la crítica. Se considera usualmente que existe un Estado cuando encontramos un poder organizado sobre la población de un territorio determinado.

Dentro de este tipo de conceptualizaciones, una definición muy usual es la de Weber, quien señala que un dato distintivo del poder del Estado es la obtención de legitimidad, es decir la capacidad de suscitar la creencia de que es correcto obedecerle. En sus términos:

“Estado es una comunidad humana que se atribuye (con éxito) el monopolio del uso legítimo de la fuerza física dentro de un territorio dado.” (Weber, 1985: 10)

Para el marxismo visión del Estado como institución legítima es un fetiche, un engaño, dado que éste no sería más que una instancia de dominación de una clase sobre la otra. En este sentido, expresa Marx, que

“El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa.” (Marx y Engels, 1984: 95)


De modo que para la teoría crítica, econcepto de Estado debe ir más allá de los tres elementos tradicionales (población + territorio + poder), entendiéndolo como una en sentido relacional:


“El Estado es una relación social, así como el capital es una relación social. Pero la naturaleza relacional del Estado está especificada por su rasgo característico: la dominación, por eso decimos que el Estado es la relación básica de dominación que existe en una sociedad, la que separa a los dominantes de los dominados en una estructura social…” (Thwaites Rey, 1999: 4)


Como el Estado es una relación social, que vincula a múltiples grupos, actores y clases, con el fin estratégico de intervenir sobre la dominación de clases, configura un entramado social altamente conflictivo, en el que tiene expresión esta multiplicidad (desigual) de intereses, reclamos y juegos estratégicos de distintos sectores sociales. De ahí que se lo pueda pensar también como un espacio de conflicto:

“El aparato del Estado no es, entonces, un instrumento del poder económico en una sociedad dada, sino el espacio en el que, en forma compleja y mediada, se dirimen y modifican las relaciones sociales del conjunto de esa sociedad, y se ejecutan tareas sociales necesarias para la reproducción de la misma.” (Rajland y Campione, 2005: 9)

Si el Estado es una relación social de dominación, que se basa en la desigualdad y tiende a reproducirla ¿Por qué parece presentarse como un poder neutral que está por encima de los intereses individuales? Porque la particularidad del Estado actual es ser el Estado de la sociedad capitalista. En el capitalismo las relaciones de explotación predominantes, las relaciones salariales, se basan en el supuesto ficticio de que las partes son iguales y que contratan libremente entre si. Pero como esa igualdad es solo formal y no material, tal libertad no existe para los sectores subalternos, que se ven obligados por necesidad a entrar en relaciones (salariales) de explotación con la clase capitalista. En esas relaciones sociales, basadas en la igualdad formal, el Estado no puede mostrarse como lo que es, una instancia favorable a la clase dominante, sino que debe “parecer” un tercero neutral, ubicado “por encima” de las partes en conflicto. Aunque su racionalidad estratégica como Estado capitalista lo lleva a actuar a favor de la reproducción de las relaciones de explotación, es decir, en un sentido conveniente a la clase dominante.

A partir de este juego dialéctico de apariencia de neutralidad y sentido clasista profundo del Estado Capitalista, es que la teoría crítica postula la necesidad permanente de desenmascarar las formas estatales visibles, para comprender las relaciones sociales esenciales que la acción estatal refiere.

“Lo que queda quizás como efecto central de la concepción marxista, es cierta `desmitificación´ del Estado… Ello implica una postura teórica que pretende ver, por detrás del `fetichismo´ reificador, el carácter de relación social, de un tipo especial, que da aliento al Estado en cuanto lo vincula con la reproducción del conjunto del sistema social.” Rajland y Campione, 2005: 9)

Pero ¿Cómo opera materialmente ese fetiche que es el Estado? A través de la constitución de instituciones y aparatos estatales, que si bien tienen una existencia física corporizada en la burocracia estatal, en esencia no son sino condensación de esa entramado desigual de relaciones sociales en lucha.

“En su objetivación institucional, el aparato del Estado se manifiesta entonces como un actor social diferenciado y complejo, en el sentido de que sus múltiples unidades e instancias de decisión y acción traducen una presencia estatal difundida –y a veces contradictoria- en el conjunto de las relaciones sociales. El referente común de su diversificado comportamiento, el elemento homogeneizador de su heterogénea presencia, es la legítima invocación de la autoridad del Estado que, en su formalización institucional, pretende encarnar el interés general de la sociedad.” (Oszlak, 2007:123)

Siendo el Estado, en su esencia , una relación social de dominación, cobra una apariencia material bajo la forma burocracia, y se desenvuelve como un espacio de conflicto y construcción de relaciones sociales desiguales. ¿Por qué no podemos estudiar el Estado desde su lógica interna? Porque el elemento organizativo formal no basta para entenderlo si no lo vinculamos también con el contexto social que le da sentido. De ahí que al estudiar el Estado, necesariamente debemos hacerlo en relación a la sociedad. Más allá de su forma jurídica, en función de su relación con la sociedad, podemos hablar de diversos modelos de Estado. Para el tema que nos ocupa, nos interesa diferenciar dos modelos de Estado capitalista y uno anticapitalista. Se trata respectivamente, del Estado Liberal, el Estado de Bienestar Keynesiano y el Estado Revolucionario.

Estado Liberal/ Neoliberal.

El modelo de Estado liberal clásico data de fines del siglo XVIII. Es el tipo de relación de Estado y sociedad que emergió de las revoluciones burguesas, y se corresponde con la fase del capitalismo individualista de libre competencia. Este modelo esencialmente plantea que el Estado se debe abstener de intervenir en el mercado, manteniéndose tan como garante externo del orden social establecido. Su activación -se suponía- debía limitarse a momentos de crisis y desorden, restringiéndose exclusivamente a restablecer el orden del mercado capitalista. Se suponía que el mercado espontáneamente equilibraría necesidades y demandas de la manera más conveniente para todos.

El liberalismo originario, de libre competencia, tiene una fe utópica en la libertad individual, al punto de sostener que la sociedad de individuos libres se armoniza espontáneamente:

“Cada individuo se esfuerza siempre para encontrar la inversión más provechosa para cualquier capital que tenga (…) Al orientar esa actividad de tal modo que produzca un máximo valor, sólo busca su beneficio propio, pero tanto en este como en otros casos, una mano invisible lo lleva a apoyar un objetivo que no entraba en sus propósitos (…) Al perseguir su propio interés frecuentemente fomenta el de la sociedad mucho más que si en realidad tratase de fomentarlo”. Adam Smith (1723- 1790)

Si la sociedad, se suponía, lograría este equilibrio en forma automática, el Estado, como poder coercitivo, se ve reducido a su mínima expresión. Entonces ¿Qué funciones debe cumplir el Estado Liberal? En Argentina, Roca lo expresaba así:

“Mi opinión es que el comercio sabe mejor que el gobierno lo que a él le conviene; la verdadera política consiste, pues, en dejarle al más amplia libertad. El Estado debe limitarse a establecer las vías de comunicación, a unir las capitales por vías férreas, a fomentar la navegación e las grandes vías fluviales… levantar bien alto el crédito público en el exterior…” Gral. Julio A. Roca (Citado por Hugo Quiroga en “Estado, crisis económica y poder militar, 1880-1910, Buenos Aires, CEAL 1985, Pág. 9)

Pero el resultado efectivo del funcionamiento liberal del Estado no fue tan beneficioso para todos como lo habían imaginado sus referentes intelectuales y políticos. Al contrario, tendió a beneficiar básicamente a unos pocos, generalizando la pobreza y la injusticia entre las clases populares, surgieron movimientos de protesta social. El principal referente teórico de estos movimientos contrarios al liberalismo, en el siglo XIX, fue el marxismo. Como consecuencia de la lucha social llevada a cabo por las clases populares, desde la década de 1930 aproximadamente comenzó a aplicarse un nuevo modelo de Estado, llamado Estado de Bienestar o Estado Keynesiano, cuya premisa esencial postulaba que el Estado debe intervenir activamente para complementar el mercado, de modo que alcanza a toda la población ciertos estándares mínimos establecidos de bienestar, dentro del orden social establecido. Pero el modelo bienestarista entra en crisis desde el año 1973, y finalmente es dejado de lado en 1990.

En la década de 1990, va a cobrar auge, a nivel mundial, lo que se llamó el modelo neoliberal. Al igual que el modelo liberal original, el neoliberalismo postula que el Estado no debe intervenir en el mercado. Para alcanzar este objetivo, se implementó, en la mayoría de los países, lo que se denominó "planes de ajuste". Estos consisten fundamentalmente en un conjunto de medidas tendientes a desmantelar los instrumentos de intervención propios del Estado de bienestar. Sus postulados básicos se encuentran en el llamado “Consenso de Washington. Se trata de "achicar" el Estado, para retornar al Estado "mínimo" de comienzos del capitalismo. Las principales medidas del modelo del ajuste neoliberal, son: a) privatización de las empresas estatales, b) desregulación de la economía, derogando las normas protectivas y regulatorias, c) flexibilización laboral, reduciendo derechos de los trabajadores y llevando los salarios a la baja, d) equilibrio fiscal, es decir que el Estado gaste solo los recursos de que dispone, para lo cual fueron necesarias sucesivas reducciones del gasto público, e) estabilidad monetaria, es decir, evitar las fluctuaciones bruscas del tipo de cambio en relación al dólar, que en Argentina implicó la convertibilidad ($ 1 = U$S 1). En los países periféricos como el nuestro, la aplicación de este modelo agrega dos implicancias prácticas: f) Apertura a la Importación: es decir, el ingreso indiscriminado de productos extranjeros, con la consiguiente pérdida de fuentes de trabajo locales; y g) Aumento de la deuda externa: dado que el conjunto de medidas generan desempleo, recesión, y reducción de la recaudación impositiva, el déficit fiscal era cubierto con préstamos de los organismos internacionales de crédito y emisión de bonos.

Este modelo, en sus dos versiones (liberal y neoliberal) requiere de un bajo nivel de involucramiento de la población en la actividad política. De modo que va a tender a reducir la participación electoral, y a mantener la dinámica política fuera del alcance de los grupos subordinados. Por tal razón es que existe una compatibilidad sustancial entre el modelo liberal y los partidos de notables y entre el modelo neoliberal y los mediáticos.

El modelo neoliberal, a nivel mundial, mostró sus falencias, dejando al descubierto los mismos problemas que el Estado de bienestar había tratado de remediar: pobreza, exclusión e injusticia social. En Argentina en particular, el modelo entró en crisis a fin del año 2001, de la mano de la protesta social y la crisis política institucional. Se declaró en default (se dejó de pagar) la deuda externa, y se volvió atrás con la mayor parte de las medidas de ajuste neoliberal. En tanto que a nivel global, el agotamiento del modelo llega con la crisis del año 2008, cuya profundidad aún no se encuentra determinada al momento de escribir estas líneas.

Estado de Bienestar.

El Estado de bienestar, o Keynesiano, postula fundamentalmente que el Estado debe intervenir activamente en la economía y la sociedad, con vistas a complementar el funcionamiento del mercado, garantizando un mínimo de bienestar básico a toda la sociedad.

Su mentor original fue el economista John M. Keynes, quien frente a la aguda depresión económica de 1929, aconsejó dejar de lado el modelo liberal, que el Estado no se quedara en el rol de garante externo, sino que gestionara por si mismo aquello que el mercado no proveía: crédito, empleo e insumos estratégicos. Esta intervención decidida de los Estados permitió a la recuperación de la economía.

¿Cómo interviene en la economía el Estado de Bienestar Keynesiano? A través de algunas instituciones típicas de este modelo: a) Empresas Públicas: el Estado se convierte en empresario en aquellos sectores que son indispensables para la economía, pero que el capital privado no quiere o no puede invertir. Por ejemplo: YPF (Yacimiento Petrolíferos Fiscales), ENTEL (empresa nacional de Telecomunicaciones). b) Regulación económica: el Estado dicta normas obligatorias respecto de ciertos aspectos de la actividad económica, con vistas a favorecer su desarrollo. Ejemplo: ley de alquileres urbanos, fijación de precios máximos, fijación de precios sostén o cuotas de producción, etc. c) Impuestos progresivos: se cobran impuestos proporcionalmente mayores a aquellos que tienen mayores riquezas. d) Centralización estatal del crédito: el Estado adquiere un rol predominante (o exclusivo, según los casos) en la asignación de crédito a las empresas privadas, orientando los préstamos hacia los sectores de mayor interés para la nación. e) Expansión monetaria (Inflación): El Estado maneja el tipo de cambio y la cantidad de dinero circulante, en función de sus políticas de desarrollo, sin importar que esto genere inflación. f) Política social: el Estado desarrolla una amplia red de planes de efectiva ayuda social en beneficio de los más pobres. Ejemplo: planes de vivienda económica, jubilaciones y pensiones, subsidios, planes de turismo social, etc. g) Derechos laborales: se consagran y efectivizan un conjunto de nuevos derechos en favor de los trabajadores (jornada limitada, descanso semanal, vacaciones pagas, indemnización por despido, etc.) que llevan a incrementar los salarios junto con el nivel de empleo. h) Proteccionismo. El Estado nacional fomenta las industrias locales, limitando de distintos modos el ingreso de productos importados.

Mediante todas estas instituciones de intervención, el Estado de Bienestar Keynesiano, sin romper con el modo de producción capitalista, establece mecanismos de redistribución por el cual el beneficio de los sectores más ricos de la sociedad se ve acompañado por el incremento del bienestar de los sectores más pobres.

Los autores, que se valen de la forma contrato para entender el Estado, explican al Estado de Bienestar Keynesiano como un pacto:

“El Estado de Bienestar ha servido como principal fórmula pacificador a de las democracias capitalistas avanzadas para el período subsiguiente a la Segunda Guerra Mundial. Esta fórmula de paz consiste básicamente, en primer lugar, en la obligación explícita que asume el aparato estatal de suministrar asistencia y apoyo (en dinero o en especie) a los ciudadanos que sufren necesidades y riesgos específicos característicos de la sociedad mercantil; dicha asistencia se suministra en virtud de pretensiones legales otorgadas a los ciudadanos. En segundo lugar, el Estado de bienestar se basa sobre el reconocimiento del papel formal de los sindicatos tanto en la negociación colectiva como en la formación de los planes públicos. Se considera que ambos componentes estructurales del Estado de Bienestar limitan y mitigan el conflicto de clases, equilibran la asimétrica relación de poder entre trabajo y capital, y de ese modo ayudan a superar la situación de luchas paralizantes y contradicciones que constituía el rasgo más ostensible del capitalismo liberal, previo a este tipo de estado. En suma, el Estado de bienestar ha sido celebrado a lo largo del período de postguerra como solución política a contradicciones sociales.” (Offe, 1988: 135)

Esta visión del Keynesianismo como un pacto queda incompleta si no se entiende que se basa en la desigualdad de las partes, y por lo tanto reproduce relaciones de subordinación.

En América Latina, el Estado de Bienestar Keynesiano adquiere la forma de Populismo ¿qué es el Estado Populista?

“El Estado populista es la expresión folklórica o específica Argentina del llamado Estado de Bienestar… El pacto capital trabajo en las condiciones del populismo se constituye para las clases subalternas como una especie de contrato de adhesión, donde las condiciones están determinadas desde arriba (activo papel del Estado)” (Rajland, 2008: 17)

En los países dependientes, la crisis capitalista de la década de 1930 da la oportunidad de avanzar en la industrialización interna. Una parte de la clase dominante local deja de lado su adhesión al anterior modelo y favorece el proceso de sustitución de importaciones. Se acelera el proceso de urbanización, y se conforma una masa obrera, que a diferencia de lo que ocurre en los países centrales, está solo parcialmente organizada, por lo que plantea una débil disputa por la hegemonía. Desde los sectores más altos de la burocracia estatal (sobre todo militar) se ensaya un movimiento político exitoso, intentando alianza entre estos dos actores. Pero para lograrlo, debe –desde el Estado- fortalecer la organización y la expresión política de la clase obrera, cuya capacidad de movilización es la principal fuerza del régimen. Emerge así un nuevo tipo de Estado, que ensaya políticas Keynesianas, pero que a diferencia de los Estados de Bienestar Europeos, se sostienen en la organización heterónoma de los trabajadores.

Para desenvolver las funciones de intervención, regulación del mercado y satisfacción de los derechos sociales, el Estado de Bienestar Keynesiano se vale de aparatos burocráticos sumamente importantes. La centralidad de estas instituciones estatales y el gran poder que adquieren, hacen que el nivel de lo político cobre una gran autonomía, llevando a su máxima expresión el fetiche de la supuesta neutralidad del Estado, que “parece” ubicado por encima de las clases. Claro que en profundidad, su intervención no es neutral, dado que el Estado de Bienestar Keynesiano, en tanto una forma de Estado Capitalista, nunca es imparcial, sino que tiene un compromiso estratégico con la reproducción de las relaciones de explotación capitalista.

Desde el punto de vista político y social, el Estado de bienestar se basa en la alianza de la clase capitalista local con la clase obrera, representada a través de los sindicatos y los partidos populares, de modo que supone la vigencia de una activa mediación de los grupos sindicales, y la implementación, a nivel nacional, de poderosos partidos de masas.

Teoría de la Revolución social.

La instauración de la sociedad capitalista y del primer Estado liberal, ya a comienzos del siglo XIX dejó a la vista sus principales problemas: la injusticia social, la irracionalidad económica y la estrechez política. Las caras visibles de estos problemas son el desempleo, los bajo salarios, las deficientes condiciones de vivienda y de trabajo, la concentración de riquezas en pocas manos, el bajo nivel educativo de las clases populares y el apartamiento de éstas de la política democrática.

Tempranamente surgieron distintos movimientos que se rebelaron contra esta situación. Se expresaron mediante huelgas, protestas y manifestaciones, generalmente violentas, que fueron siempre reprimidas a sangre y fuego.

La principal de estas corrientes de contestación es el socialismo, cuyo teórico más notable fue Carlos Marx, quien en 1848 escribió el "Manifiesto del Partido Comunista” ". Esta obra resume y populariza su postura política. Sostiene que el sistema social capitalista y su complemento, el Estado Liberal burgués, no pueden dar solución a los problemas que plantean. La clase obrera debe entonces organizarse en sindicatos y partidos propios, que tomen el control de la producción y del Estado. Este acto de toma del poder, adquiere el carácter de revolución, y tiene por objetivo el reemplazo del sistema capitalista por un sistema social y político más justo y democrático, en el que no existan clases sociales, llamado socialismo.

Marx y Engels lo explican de la siguiente manera:


“La revolución comunista es la ruptura más radical con las relaciones de propiedad tradicionales; nada de extraño tienen que en el curso de su desarrollo rompa de la manera más radical con las ideas tradicionales.

…el primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia.

El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas.

Esto, naturalmente, no podrá cumplirse al principio más que por una violación despótica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de producción, es decir, por la adopción de medidas que desde el punto de vista económico parecerá insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se sobrepasarán a su mismas y serán indispensables como medio para transformar radicalmente todo el modo de producción.

Estas medidas, naturalmente, serán diferentes en los diversos países.

Sin embargo, en los países más avanzados podrán ser puestas en práctica casi en todas partes las siguientes medidas:

  1. Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para gastos del Estado.
  2. Fuerte impuesto progresivo.
  3. Abolición del derecho de herencia.
  4. Confiscación de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.
  5. Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y monopolio exclusivo.
  6. Centralización en manos del Estado de todos los medios de Transporte.
  7. Multiplicación de las empresas fabriles pertenecientes al estado y de los instrumentos de producción, roturación de terrenos incultos y mejoramiento de las tierras, según un plan general.
  8. Obligación de trabajar para todos; organización de ejércitos industriales, particularmente para la agricultura.
  9. combinación de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer desaparecer gradualmente la diferencia entre la ciudad y el campo.
  10. Educación pública y gratuita de todos los niños; abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal como se practica hoy, régimen de educación combinado con la producción material, etc., etc.

Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias de clase y se hayan concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el poder público perderá su carácter político. El poder político, hablando propiamente, es la violencia organizada de una clase para la opresión de la otra. Si en la lucha contra la burguesía el proletariado se constituye indefectiblemente en clase; si mediante la revolución se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas relaciones de producción, suprime, al mismo tiempo que estas relaciones de producción, las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general, y por tanto, su propia dominación como clase.


La utopía marxista postula un modelo de sociedad que al abolir el derecho de propiedad sobre los medios de producción, lleve a la extinción de las clases sociales y del Estado. Al no existir derecho de propiedad, cada persona tomaría los bienes que necesita para vivir, sin limitación alguna. No existiría la codicia, ni el afán de consumo, ni el robo. Y al no existir una clase dominante, el aparato estatal dejaría de tener funciones. Marx supone que una sociedad sin Estado y sin clases, sin autoridad ni propiedad, sería una sociedad libre que se autorganizaría espontáneamente.

El marxismo critica la democracia, calificándola de "burguesa". Considera que en las democracias de los países capitalistas el poder no está en manos del pueblo, sino que existe una especie de "engaño" básico por el cual los mandatarios estatales manifiestan ejercer el gobierno para el bien de todos, pero en la práctica lo hacen en beneficio de la clase dominante. Para el marxismo, la existencia de una clase rica o dominante es incompatible con la democracia. La única forma de alcanzar la democracia sería mediante un acto revolucionario que elimine a la clase capitalista, y ponga en el poder del Estado a las clases dominadas. Esta democracia popular revolucionaria sería la única democracia auténtica, pero para la clase dominante equivale a una dictadura, dado que tiene por objeto revertir la dominación social. Esta democracia revolucionaria supone una forma de gobierno (Ej.: Jacobinismo, Soviets, etc.) y la mediación de un partido político de masas de carácter revolucionario, que canalice la voluntad política de la clase obrera.

Esta teoría va a ser tomada por todos los movimientos de protesta, que van a transformarse en movimientos anticapitalistas. Durante el siglo XIX, sucesivas oleadas revolucionarias van a llevarse a cabo en su nombre. Pero el primer caso de revoluciones triunfantes será recién en 1917 en Rusia y contemporáneamente en México. No obstante el método centralista y autoritario aplicado en el primer país, va a ser muy cuestionado por el movimiento socialista europeo y americano, lo que junto con el estallido de la primera guerra mundial, va a llevar a la división del movimiento en varias líneas: el comunismo prorruso, el socialismo reformista, el trotzkismo internacionalista y el anarquismo. Con posterioridad a la segunda guerra mundial van a surgir otras variantes de marxismo revolucionario: el maoísmo en China, el Guevarismo latinoamericano, la Nueva Izquierda de los países capitalistas, etc.

Políticas Públicas.

Anteriormente caracterizamos al Estado como el aspecto de dominación de las relaciones sociales de explotación, y a los aparatos estatales como la materialización de esa condensación de relaciones sociales desiguales. Pero ¿Cómo se desenvuelve el Estado en la práctica? Lo hace a través de Políticas Públicas implementadas desde los aparatos del Estado.

“… política estatal (o pública) en nuestra definición la concebimos como un conjunto de acciones y omisiones que manifiestan una determinada modalidad de intervención del Estado e relación a una cuestión que concita la atención, interés o movilización de otros actores en la sociedad civil. De dicha intervención puede inferirse una cierta direccionalidad, una determinada orientación normativa, que, previsiblemente afectará el futuro curso del proceso social, hasta entonces desarrollado en torno a la cuestión.” (Oszlak y O`Donnell, 1982: 112) “

Nos interesa marcar la dinámica relativa a cómo surgen, se despliegan y se aplican las Políticas Públicas. Si el Estado mismo es una relación social, sus políticas no pueden ser otra cosa que cuestiones sociales que son activadas o que reciben una intervención, desde el aparato estatal. En la vida de toda sociedad dividida en clases, existen gran cantidad de cuestiones problemáticas. Solo algunas de ellas son denunciadas, planteadas o problematizadas como tales. El actor que las problematice puede ser una clase, un grupo, un medio de comunicación, etc. Tiene importancia saber quién lo plantea, cómo lo hace, en qué términos, de qué medios se vale, y en qué contexto ello ocurre. Porque esta “cuestión socialmente problematizada” es lo que toman los aparatos estatales como asunto a considerar, y deliberar. Esto da como resultado un conjunto de decisiones, tomas de posición e intervenciones o abstenciones de parte del Estado, que constituyen la política pública en si. Pero su estudio no se agota allí, dado que hay que ponderar cómo se reciben desde la sociedad civil este conjunto de posicionamientos y de decisiones públicas, cómo se reconfiguran las relaciones entre grupos y clases, qué intereses se afectan, cuáles se benefician, qué conciencia tienen de ello los actores y qué modificación en su capacidad de aumentar o no su poder de movilización y apropiación de recursos se genera.

Estudiar las políticas públicas bajo esta clave de proceso social de planteamiento, resolución y reconfiguración de cuestiones problemáticas, nos lleva a pensar en la relación con el contexto socioeconómico, que puede ser pensado en diversos niveles.-

“… sucesivas capas en que debe ser organizado nuestro tema: I) las políticas estatales mismas; II) la cuestión a la que aquéllas se refieren, entendida como generando un proceso social que contiene las políticas estatales y las políticas privadas referidas a la cuestión: estas dos primaras capas constituyen lo que hemos llamado el tema propio de nuestras investigaciones y el ámbito empírico en el que , en general, nos corresponderá recoger información; III) la Agenda de cuestiones, y IV) la estructura social como el más estático y agregado contexto global de nuestro tema…” (Oszlak y O`Donnell, 1982: 130)

El sentido es la lucha.

Expuestos los conceptos básicos que tratamos de introducir, es necesario explicitar una pregunta que al lector le habrá surgido desde las primeras líneas: ¿Qué sentido tiene la política? ¿Para qué estudiar todo este campo de conceptos? Y la respuesta es sencilla. Porque la única manera de ser, es ser político. Ningún ser humano puede llegar a ser tal fuera de su sociedad, y toda relación que se da en una sociedad, es también una relación política. Es en esa red de relaciones políticas que un individuo se constituye como persona. La visión conservadora y elitista de la política oculta esta implicación, creando la ilusión de individuos no políticos. Nosotros hacemos una corrección a esta afirmación: lo sujetos formados en la cultura “apolítica” son personas “sujetadas” y dominadas, sin darse cuenta de su situación. Al contrario, la crítica de la sociedad es lo que nos permite ser conscientes de las relaciones políticas que entablamos tanto en la vida cotidiana como en vinculación al Estado. Relaciones éstas que, por tratarse de una sociedad desigual, están imbuídas de explotación, sumisión y dominación. El individuo en sociedad, solo puede constituirse como sujeto libre, si desde la posición que le tocó en la estructura social, lucha por revertir las relaciones esas relaciones de dominación en un sentido socialmente liberador. El sentido de la política es la lucha, porque la política, que es lucha, es la única forma de llegar a ser.

“Por esto, la liberación es un parto. Es un parto doloroso. El hombre que nace de él es un hombrenuevo, hombre que sólo es viable en la y por la superación de la contradicción opresores- oprimidos que, en última instancia, es la liberación de todos.” (Freire, 1970:45)

Marzo de 2009.-

Bibliografía:

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Marx, Carlos y Engels, Federico. Manifiesto del Partido Comunista. En “obras Escogidas”. Editorial Cartago. Buenos Aires, 1984.

OFFE, Clauss. “Algunas contradicciones del moderno Estado de Bienestar”. En: Contradicciones en el Estado de Bienestar. Alianza Universidad. Madrid, 1988.

Oszlak, Oscar. “Formación Histórica del Estado en América Latina. Elementos teórico-metodológicos para su estudio” en “Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas: Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual”. Jefatura de Gabinete de Ministros. Buenos Aires, 2007.-

Quiroga, Hugo “Estado, crisis económica y poder militar, 1880-1910”. Buenos Aires, CEAL 1985

Rajland, Beatriz y Campione, Daniel “Estado, Política e Ideología”. Editorial Estudio. Buenos Aires. Año 2005.

Rajlnad, Beatriz “El pacto populista en la Argentina (1945 – 1955)” Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación. Buenos Aires, 2008.-

Thwaites Rey, Mabel “El Estado: notas sobre su(s) significado(s)”. FAUD, Universidad de Mar del Plata, 990.

Weber, Max. La política como Vocación. En “Ensayos de Sociología Contemporánea”. Editorial Planeta – Agostini, Barcelona. 985.